16 febrero 2012

 

Simbad el Marino



Por: Laura Jiménez 1ºA Primaria

Simbad era muy pobre, muy pobre y lo llamaban Simbad "el Cargador". Ese apodo no se lo habían puesto porque sí, era porque para ganarse el pan, se veía obligado a cargar cosas. Nadie escuchaba sus palabras. Pero un día, sus quejas llegaron a oídos del dueño de un palacio, que se llamaba Simbad "el Marino", quién se asomó a la ventana y le hizo señas para que entrase. A penas cruzó la puerta, Simbad el Cargador quedó asombrado. ¡Quién pudiera vivir en un palacio así!, pensó. Avanzó a través de frescos patios llenos de surtidores de agua y parterres con flores y con plantas y llegó a un inmenso salón. –Me llamo como tú- le dijo un anciano, sentado sobre cojines de terciopelo, -soy Simbad, aunque a mi me llaman Simbad, el Marino-.
Lo recomendaría porque me ha gustado mucho y creo que le gustaría a una amiga mía.





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